En Zaragoza se da una triple paradoja: llueve poco e irregularmente, el agua es barata y se malgasta. Esta cultura despilfarradora de agua se asienta en un círculo vicioso: inexistencia de normativa que fomente el ahorro, política institucional basada en el aumento de la oferta, desconocimiento de la existencia de tecnologías ahorradoras del agua en el hogar, escasa valoración de este recurso por parte de los ciudadanos, así como hábitos despilfarradores en el uso diario de agua. Por ello, en 1997 comienza el proyecto "Zaragoza, ciudad ahorradora de agua", elaborado por la Fundación Ecología y Desarrollo y apoyado en la aprobación de la Iniciativa Comunitaria LIFE.
Zaragoza.