Una combinación de crecimiento demográfico, liberalización económica y de industrialización, todo a gran velocidad, había convertido a la ciudad de Chengdu en una pesadilla ambiental. Los vertidos industriales y de aguas residuales domésticas sin tratar, y el uso abusivo de las reservas de agua dulce, deterioraron la calidad del agua de los ríos, y propiciaron su desbordamiento durante la estación de lluvias, así como su correspondiente estiaje durante la estación seca.